Opinión por Carla Leiras | SHAME: Cómo restar en la lucha feminista

Publicado por o día 23/07/2019 na sección de Opinión por Carla Leiras,Opinión

Opinión por Carla Leiras | SHAME: Cómo restar en la lucha feminista

Voy a comentar mi alarma (y mi opinión, estrictamente personal), por un episodio de humillación colectiva ocurrido en Santiago en un conocido centro social a principios del mes pasado. Decir que he contrastado lo ocurrido con hombres y mujeres presentes en esta reunión y tengo la versión de ambos.

Esto habría sucedido de la siguiente forma: En el entorno de izquierda feminista de Compostela se habría convocado a los hombres simpatizantes del mismo el día 1 de junio, para hablar de un tema grave en relación a agresiones sexuales, ya que se habrían denunciado (internamente) en ese ambiente, en un corto espacio de tiempo, seis abusos a chicas y por lo tanto, se consideraba que había que abordar esto colectivamente.

Acudiendo un cuantioso grupo de varones, a dicha alerta feminista, el protocolo que se suele utilizar cuando hay una emergencia en el movimiento, se dieron unos hechos que remataron en la “dinámica performativa” que luego se describe, desencadenando la misma un correctivo mediante violencia física por parte de las mujeres hacia algunos de sus compañeros, después de leer un manifiesto llamado “declaración de guerra”, y terminando el acto con una ruptura de relaciones total con este grupo de hombres.

Paso a reproducir los diferentes testimonios, primero de las organizadoras, y luego, de un afectado por el “juego de rol”. Ambas percepciones de lo sucedido difiere bastante, en cuanto al nivel de violencia y número de agredidos.

Aclaro que en ningún caso estoy juzgando la reacción de las mujeres presuntamente abusadas, sino opinando sobre el concepto de “acción directa” de todo un colectivo como respuesta a esta situación, y de su consiguiente jaleo en redes sociales como logro transformador, con el que discrepo frontalmente: el aplaudido correctivo público por medio de la violencia arbitraria a los presentes no me parece para nada algo a celebrar y me alarma absolutamente que se considere un acto de apoyo o autodefensa lícita, proporcional y valiente.

Empezamos con la versión de una de las impulsoras de este acto, está resumido pero literal. Recordemos pues que en este entorno se habría dado la voz de alarma sobre seis episodios de abuso a mujeres sucedidos en pocos días. La respuesta a esto fue la siguiente:

“Un grupo de chicos, relacionados directa o indirectamente con los movimientos sociales de Galiza con los que militamos y compartimos vínculos afectivos, fueron convocados el 1 de junio a las 18.30 en el CSOA Aturuxo.

En la sala encontraron sus fotos colgadas con sus nombres escritos encima, (101 en total). Eran sobre cuarenta chicos, nosotras, cuarenta también.

Dejamos un rotulador en una silla y les dijemos que se señalasen, a ellos o a otros como agresores, si así lo consideraban. Una amplia mayoría de hombres se señalaron, muchos también a otros. Un chico escribió unos interrogantes. Dos chicos señalaron todas las fotos.

Deliberadamente solo había un rotulador, para que observásemos todo el proceso con calma.

Cuando acabaron, leímos una lista de los hombres que sabíamos que cometieron agresiones machistas, no necesariamente sexuales, acompañando esto con un círculo en sus fotos, para diferenciar nuestra señal de la suya. Nuestra lista contaba con 48 nombres.

Luego, las agredidas ejercimos violencia física: no fue programada, pero éramos conscientes de que esto podía pasar. Algunos recibieron escupitajos, collejas y empujones, a otro se le pegó y se gritó. Dos asistentes se fueron cuando empezó la violencia.

….

Cuando consideramos que todo fue dicho, les ordenamos que saliesen. Ocho chicas estaban en las escaleras, y durante la salida varios recibieron respuesta física: patadas y algún empujón. Todo duró una hora y media”.

Prosigue: “¿Cómo es posible que se aplauda la respuesta física para fuera del movimiento y se condene ahora si se usa dentro? ¿Pueden entender las lágrimas pero no los puños, por qué? Porque no asumen la violencia que ejercen contra nosotras como un problema real. Es cierto que hubo violencia física, pero no provenía de una lógica de castigo, sino de repulsa desde las entrañas.

Ese texto que está circulando no es el definitivo, es un borrador que se ha filtrado. Creemos que el texto se está interpretando desde la literalidad.

Sobre la autocrítica, sentimos que tuvimos errores derivados de las prisas. Nos pesa no poder haber llamado a todos los compas que queríamos y no tener tiempo de revisar nuestro lenguaje, pero el estado de emergencia en el que estábamos necesitaba de una respuesta urgente. Así, esos sentimientos salieron en forma de rabia, gritos, enfado, culpa, golpes, dolor, tantas formas, como mujeres estábamos”.

… “Somos conscientes de nuestra homofobia interna. Nos responsabilizamos de esto, de que en el texto hubiese un lenguaje opresivo para identidades no binarias o normativas.”

“Todas compartimos que los hombres socializados están programados para violar, insertos en la cultura de la violación.

El ejercicio de la violencia física por parte de las mujeres es un objeto incómodo y polémico. Es socialmente inconcebible mujeres humillando, mujeres ejerciendo violencia. Las mujeres que estábamos el 1 de junio seremos recordadas por una imagen de monstruosidad. Los hombres son sujetos individuales, pero todos pertenecen al mismo grupo estructural, y por esto todos ejercen violencia patriarcal. Vamos a hacer lo necesario para estar seguras, para que nuestros cuerpos estén seguros.”

Seguidamente aporto la versión de un chico que comprende y acepta el episodio, bajo el siguiente razonamiento:

“Comprendo su declaración de guerra y espero su agresión desarmado, espero con profunda tristeza el recibir cada uno de sus golpes. Con total seguridad pagarán justos por pecadores en esta triste y demencial guerra, pero también ellas, también nuestras compañeras tienen derecho a gritar, a enfadarse, a agredir, a rebelarse… También por alto que sea el precio, nuestras compañeras tienen todo el derecho del mundo a equivocarse.

Muchos de los que asistieron a la alerta feminista de este CSOA se quejaban de los golpes recibidos ante la pasividad de sus compañeras, en muchos casos incluso parejas, se quejaban de la ruptura de confianza que suponía un acto tan brutal, tan irrazonable, ponían el grito en el cielo y llamaban a otros colectivos a responder contundentemente contra lo que ellos definían como una minoría radical, unos sujetos peligrosos o al menos disfuncionales para el movimiento. Muchos de los compañeros que aquel 1 de junio acudieron al Aturuxo das Marías piden hoy lo que muchas de nuestras compañeras llevan décadas pidiendo a gritos, con la única diferencia de que ninguno de ellos tuvo que acudir a una plaza a llorar a sus muertos aquella noche.

También las compañeras sufren la violencia de las personas que dicen quererlas, muchas de ellas golpeadas o violadas por las personas con las que comparten sus vidas o sus proyectos, muchas otras guardan silencio ante los abusos y los tratos denigrantes en nuestros espacios debido al silencio y la complicidad del grupo, os aseguro que no son pocas las compañeras que soportan a babosos y machistas disfrazados bajo el paraguas de una causa que no respetan y que utilizan únicamente para obtener sexo.

Y sí, probablemente algunas de las compañeras que ese 1 de junio os golpearon, os señalaron e incluso os humillaron pese a sospechar que no erais tan culpables como otros, os sigan queriendo a día de hoy. Sé que puede resultar difícil de entender y que incluso puede carecer completamente de lógica, pero es que precisamente de eso se trata: hace mucho tiempo ya que carece de lógica seguir negando que nuestra relación colectiva se ve todavía fuertemente influenciada y coartada por el patriarcado. Hace mucho tiempo ya, que debemos comenzar a encarar con premura la decostrucción de nuestra masculinidad para dar un apoyo real a la lucha feminista.

Gracias a todas las compañeras que que me han ayudado a darme cuanta del peso de mis cadenas como hombre, a las que lo hacen a día de hoy y a las que me golpearon de diversas formas por el camino para hacerme mejor persona de lo que era”.

Tercera versión, de otro chico, presente, que a diferencia del anterior, no aprueba para nada lo que allí ocurrió y de hecho quedó visiblemente traumatizado, aconsejo que la leáis atentamente para completar el contexto de las reacciones:

https://aturuxo1x.blogspot.com

Posteriormente a los hechos, la única condena de los mismos vino de un CSOA afín, publicada en sus redes:

“As dinámicas performativas que implican a vexación de compañeiros non son propias de colectivos que busquen a transformación social… entendemos que a humillación no pode ser nunca un medio para conseguir obxetivos emancipadores”.

A continuación adjunto el comunicado inicial (no está entero, solo los fragmentos menos gráficos. Matizo que luego se depuró, leyéndose al finalizar el acto, en alto, como explicación para todos los asistentes, antes de empezar con la violencia, uno sensiblemente más light, que fue el que se difundió posteriormente por redes. Las conclusiones de ambos textos, de todos modos, son idénticas):

“DECLARACIÓN DE GUERRA.

Yo iba a hablar de las violencias que atraviesan, superpuestas, los cuerpos de las mujeres migrantes. Yo iba a hablar de Turquía y de Grecia, de Idomeni, de los campos de concentración, de ACNUR y de las voluntarias y activistas. Yo iba a hablar de aquellas que, huyendo, llegan a territorio europeo, y de nuestro rol como colonizadoras humanitarias.

Yo iba a hablar de Grecia, hasta que caí en la cuenta de que tengo al enemigo metido en casa, en mi cama. Hasta que reparé en que sois vosotros, nuestros compañeros, los míos, los que nos violáis sistemáticamente. Yo iba a hablar de los campos militarizados, hasta que caí en la cuenta de que nuestros violadores están en la Marcha a las Cárceles, en el Encuentro del Libro Anarquista, en el “Aturuxo”, en la “Gentalha”, en el Sar, en Ardora… Desde dentro ellos siguen colonizando, abusando e invadiendo nuestros cuerpos. Por sistema. TODOS. Cada noche, una violación, en una cama diferente. En nuestras camas. Al lado de nuestras compañeras, ante la mirada indiferente de los demás. Un nombre, y cuándo sale un nombre, nunca sale solo. Otro nombre. Y otro más. Otro violador, otra hermana violada. Y otra más. La lista, creedme, no tiene fin. Y eso sois todos los señalados, los contados, los identificados, los visibles. PERO

VIOLADORES SOIS TODOS. Esto no es cuestión de unos individuos en concreto. VIOLADORES SOIS TODOS. ESTÁIS PROGRAMADOS PARA VIOLAR. Estáis programados para violarnos.

A nosotras, vuestras compañeras de lucha. Y, ¿cómo vamos a luchar a vuestro lado? Yo no puedo. YO NO QUIERO. Yo no quiero exponer mi cuerpo, ni el de mis compañeras, cada vez que nos relacionamos con vosotros. Yo no quiero que nos sigáis violando en silencio. Yo no quiero discursos ni grupos de hombres en talleres de maquillaje. Pronto la rabia se diluye, todo se “gestiona”, todo de “olvida”, y vosotros volvéis. Volvéis a ocupar vuestros lugares de violadores. VOLVÉIS A VIOLARNOS. Lo que yo quiero, lo que necesitamos, es que dinamitéis vuestra masculinidad. YA. Estamos rodeadas y vosotros sois la primera línea enemiga. Nuestro objetivo a defender: nuestros cuerpos. Nuestro objetivo a atacar: los vuestros. Todos nuestros espacios infestados de violadores. Preferís perdernos como compañeras, como amigas, como hermanas, antes que asumir que sois un arma de destrucción masiva. SÍ. Esto es una declaración de guerra. Y NO. No era a vosotros a quien quería destruir. Pero es que lleváis TODA LA PUTA VIDA VIOLÁNDONOS.

Reventad a golpe de sodomía, experimentad lo que es ser violado por los tuyos. Ataos a una cama y violaos unos a otros. Podéis escoger: por la boca o por el culo. Vivid con un cactus metido en vuestro culo. Castraos químicamente o físicamente, pero dejad de violarnos. Poned vuestro cuerpo para luchar contra esa lacra que sois vosotros mismos, y preparaos para nuestra insaciable venganza.”

Bien. Mi conclusión:

En primer lugar, ¿por qué esos chicos se levantaron y se autoinculparon? ¿eran, en efecto, agresores sexuales? ¿fue por miedo, por presión de grupo, por intentar redimirse? ¿fue por tomar el término en lo genérico, confesando que habrían tenido en algún momento de su vida actitudes reprobables en sus relaciones con las compañeras? ¿se sentían cómplices de aquellos abusos por no haberlos denunciado?

Sorprendida porque estos chavales se identificasen como agresores en una pared, reconociendo públicamente por tanto un delito gravísimo que acarrea quince años de cárcel, pregunté a uno de los que lo hicieron, qué le llevó a esto. Me dice que cuando mencionaron la palabra “agresión” no se concretó que se hablase exactamente de violación, conque algunos intentaron tomar el término en abierto, partiendo de que era un juego de roles y quizás les estaban preguntando si eran machistas, o cometían actitudes paternalistas con ellas, eran condescendientes en las asambleas, etc, y por eso se habían señalado, intentando colaborar con lo que suponían implicarse en la propuesta. Otros dicen haberse dejado llevar por lo mismo que hacía el resto para no recibir posibles represalias, ideológicas o físicas, desconociendo qué pasaría después

ante el clima tan hostil y enrarecido que se palpaba. Y quizás algunos, se sintiesen efectivamente apelados por esa definición y se reconociesen como agresores.

Me preocupa profundamente la reacción en las redes de varias feministas: porque el episodio se ha jaleado colectivamente por parte de muchas mujeres, algunas conocidos referentes, con miles de seguidores: “nos dicen que estos varones nos tienen miedo. Bien, preferimos eso que tenérosolo nosotras”.

Me deja estupefacta que tantas mujeres hayan celebrado un manifiesto que resumiendo viene a decir que todos los hombres están programados para violar y por lo tanto no podrían nunca ser compañeros fiables de militancia. TODOS, lo cual ofende profundamente mi ideología y el respeto que le tengo a tantos referentes masculinos en luchas de todo tipo.

Me parece una apropiación interesada, equivocada, simplona, infantil e irresponsable de la teoría de la cultura de la violación (acuñada por el feminismo segunda ola de los 70 para poner en cuestión valores impregnantes de la cultura americana cosificadores y misóginos, recuperada posteriormente para condenar las agresiones sucedidas en estados de excepción y guerra, que en ningún caso se puede o debe aplicar a cualquier hombre por el mero hecho de serlo ni desde una visión generalista o de máximos) propio de desconocedoras absolutas de los paradigmas básicos del feminismo filosófico.

Señalar además de esta obviedad, que me consta que en esa sala había compañeros homosexuales, que mucho dudo que “estén programados para violar mujeres” y fueron metidos en el mismo saco, ya que el discurso iba dirigido a todos los varones presentes sin matices o enmiendas. ¿Por qué tiene que escuchar un compañero del colectivo LGTBI que acude a una alerta feminista semejantes acusaciones?

¿Esto es feminismo? No, no. Esto es otra cosa.

El episodio me parece de tal irresponsabilidad, tal flaco favor al movimiento de Galicia, que me llevo las manos a la cabeza ante las actitudes de mujeres que yo no puedo llamar para nada “compañeras”. Nadie que celebre un episodio de vejación colectiva y decida acometer en nombre de otras un comportamiento parapolicial y asuma que un suceso más propio de sectas medievales; un acto de expiación y humillación rematado con una agresión grupal llamada “juego de rol”, se merece pensarse adalid de nada más que el totalitarismo más reaccionario.

El manifiesto me parece de un fanático y trasnochado que creo que compartirá cualquiera con dos dedos de frente que esté trabajando por conseguir adelantos en materia de igualdad real, que nunca será mediante una declaración abierta de una guerra de sexos.

Y sobre las reacciones de quienes conocieron los hechos, muy aplaudidos, me parece muy grave que un grupo tan grande apologetice públicamente que la reacción

adecuada ante una situación como esa dentro de un colectivo organizado, seis presuntos abusos, en vez de ser DENUNCIARLOS cuanto antes, las afectadas, sea aplicar un correctivo casero de estas características y llamarlo acción directa. “Había tantas reacciones como mujeres estábamos presentes”. ¿Parece responsable emprender semejante acto sin calcular, pactar, organizar exactamente lo que podría suceder allí? ¿Qué podría haber pasado, si por ejemplo, no todos los agredidos aceptasen su rol impuesto? Me parece poner sobre la mesa un polvorín, peligroso para todos los presentes. Como si yo me canso de la lista de espera del SERGAS y decido ponerme a operar por mi cuenta a corazón abierto, sin saber qué puede ocurrir.

Porque no es responsabilidad de una mujer apalear a un hombre por presuntamente abusar o encubrir, o ser “cómplice por omisión de denunciar” un posible abuso de otro: hay ciertos mecanismos, y la lucha feminista se rompe la espalda por mejorarlos y conseguir que se utilicen, y veo totalmente errado reforzar la idea de que una reacción “interna” al estilo red skin ayudará a resarcir estas situaciones, dudo mucho que las chicas en cuestión se hayan sentido reparadas con este episodio o que de él haya surgido nada positivo o transformador.

Respeto la ideología anarquista pero me parece muy incoherente que no se contemple acudir al ciclo judicial por considerarlo patriarcal y viciado, y decir cuestionar toda figura de poder, pero sin embargo se ve con buenos ojos eregirse en ese momento como grupo opresor usando técnicas que a todos nos suenan… de algunos calabozos. ¿Juego de roles, teatro performativo? engañados con pretextos, sin saber que estaban siendo objeto de una venganza orquestada, sin constentimiento de ningún tipo, sin permitirles hablar, discutir, objetar o expresarse….? eso no fue una dinámica educativa: fue una mera paliza intragrupal “correctiva”, asumida sin pestañear, ellas consideran porque la tenían bien merecida, yo creo que por un estado de shock y una presión social enfermiza.

El feminismo intenta cimentar herramientas para que ninguna agresión ni tampoco un abuso quede impune y también informar sobre cómo una mujer puede reaccionar, siendo un error defender que una víctima o sus compañeras deban tomarse la justicia por su mano porque otros mecanismos fallan, porque, ¿qué mensaje estamos dando? ¿que quien no tiene las capacidades para juntar a un grupo de chicos en un salón a escupirles y agredirles es cobarde? ¿que quien denuncia no va a obtener nunca una salida justa? ¿que todas las mujeres agraviadas deben enfrentarse físicamente? ¿en serio esto os parece responsable o un precedente sano?

Creo que estos métodos son una traición a las mujeres que cada día ejercen su función transformadora con cauces que no menoscaban la dignidad de nadie, sino que construyen en positivo y desde el conocimiento y paso firme.

El feminismo pierde, el anarquismo pierde, la lucha tan feroz que se mantiene por instalar un relato cultural serio entre tanto ruido pierde fuerza en el momento en el que se da carnaza como esta, que otros usarán sin duda como arma para parodiar el movimiento.

Un espacio de lucha social necesita ser un lugar seguro, donde los cuidados mutuos sean la base y no se permitan estas actitudes: el engaño, el juicio sumarial, la búsqueda de abnegación, la opresión: son justo lo contrario de las armas que debemos utilizar.

Lo que ocurrió en este CSOA para mi, es totalmente antiemancipatorio, antirrevolucionario, y por supuesto desdibuja la ideología que se pretendía representar.

Uno de los presentes escribía: “Es cierto que las agresiones sexuales merecen un castigo, un rechazo colectivo y la elaboración de análisis y protocolos que permitan reconocerlas y atajarlas. Pero cuando permitimos que la indignación por un hecho horrible provoque respuestas abusivas e indiscriminadas contra colectivos enteros por su condición física o sexual, creamos el caldo de cultivo que desemboca inexorablemente en la creación del discurso totalitario. Nadie puede negar el patriarcado, los privilegios que tenemos los hombres sobre las mujeres, las agresiones sexuales, la desigualdad estructural. Ni siquiera en lo tocante a nuestros micro-ambientes en el gueto. ¿Pero justifica eso la humillación y la violencia a la que hemos sido sometidos por el mero hecho de ser hombres? Es cierto que las mujeres han sufrido en silencio muchas injusticias durante muchos siglos, es cierto que sufren aún ahora y en nuestros propios círculos numerosas opresiones. Pero en mi opinión eso no justifica una venganza humillante y colectiva contra TODOS los hombres a los que consiguieron reunir. Justo los que acuden a una “alerta feminista”, o sea que muchos de ellos, en cierto modo, son de los pocos que en esta sociedad tratan de cuestionarse sus propios privilegios”.

Sobre el comunicado, considerar a todos los presentes unos violadores… es estadísticamente imposible, jurídicamente ofensivo, y me parece un reduccionismo pueril y una empanada mental absoluta que mezcla teorías en una maraña deslabazada sin ton ni son, en resumen, es no tener ni la más remota idea de feminismo y sin embargo eregirse como voz autorizada que nos puede representar a las demás mujeres por lo que sea. A mi no, desde luego.

Me parece que estos experimentos caseros frivolizan absolutamente con la gravedad de un episodio de abuso sexual; y la respuesta que deberíamos dar a los mismos como sociedad: cuando otras mujeres luchan por blindar leyes y buscar que desde la educación y la conciencia se erradiquen ciertas conductas, ¿de pronto en Galicia se nos conoce por equilibrarlo a golpe de agresión improvisada? brillante.

¿Había en esa sala cuarenta violadores? No.

¿Habéis pegado a un grupo de hombres aleatorios como correctivo “ejemplar”? Sí.

Vergüenza me dáis las twitteras celebrando desde casa que se patee y escupa a un compañero marcado en una lista y le llaméis a esto teatro dramatizado. Machista o no, encubridor inconsciente o no, aliado fiel o no.

Hay otras que se levantan cada día a exigir el puesto que les corresponde: en el trabajo, en la política, en la calle, en sus casas: a luchar por cobrar lo que merecen, por convertir sus entornos en espacios seguros, por arropar a la que ha sido atropellada, por

construir discurso, por cambiar las cosas, transformando desde el pacifismo y la responsabilidad colectiva. Peleando por la emancipación real desde la base y contando con sus compañeros para empujar juntos y en comunidad hacia la igualdad que persigue el movimiento. Sin despreciarlos, sin apartarlos en bloque. Sin quemar puentes a patadas y destruir entornos, sin citarlos para mostrarles que la única manera de hacerles entender su rabia es sentir en su piel una humillación grupal.

Matizo que sólo un asistente se cubrió de los golpes. El resto se dejaron pegar sin más.

¿Cómo se llama eso?

En fin.

A las impulsoras de la idea: antes de volver a empuñar un megáfono, hacednos el favor de coger un libro. Empezad por el año 1974 y al menos ojead una docena. Pero mientras, guardaos el puño americano, porque abanderar esta lucha de gigantes desde la improvisación y la víscera, os viene grande.

 

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